Por: Claudia Cruz
Este cortometraje resalta la situación crítica de
la ciudad de Cali en el año 1978 y la forma en que los cineastas explotan la miseria para sus fines profesionales.
El
propósito del documental es reflejar la pobreza de Cali, mostrando personajes
en estado crítico, es decir, en estado de analfabetismo, delincuencia precoz,
abandono de familia, vagancia infantil y demencia.

La manera en que los directores de este documental se dirigen y se expresan hacia los habitantes de la calle no es la adecuada, pues en varias ocasiones los tratan de “locos”, “putas” y exageran las situaciones, es totalmente antiético. La forma en que graban el rostro de estas personas sin su autorización tampoco es la apropiada, puesto que es necesario un permiso y más aún, cuando estos personajes muestran incomodidad en el momento de la grabación, es notable que se sienten intimidados y perseguidos.
La
investigación se hizo a partir de personajes que iban encontrando en su camino,
grabándolos y mostrando la miseria de Cali en esa época. Todo esto se realizó
en las calles de la ciudad con ayuda de un taxista que los iba dirigiendo por
todos los lugares correspondientes para las escenas. Se utilizó una vivienda
humilde con el respectivo permiso del dueño para un suceso relevante del
documental.

El tratamiento audiovisual que se le dio a este documental, está proyectado con una cámara, la cual estaba encargada de mostrar toda la acción que la situación conllevara. Esta estuvo apoyada en la dinámica de planos cambiantes.
Por
otra parte la dirección de fotografía, se realizó a escala de grises para darle
una tonalidad más dramática a la situación.
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